LA DANZA EN LA TORMENTA
LA
DANZA EN LA TORMENTA
Por: Khris Ramírez
Vela.
-No sé qué le ha dado por venir a las afueras de la cuidad. La
maestra se comportaba de manera extraña, es como si intentara mostrarnos algo o tal vez simplemente se encontraba en sus días.
-Tengo hambre, ¿a qué hora vamos a llegar?
María hacia muecas de dolor,
frotándose el estómago.
-Carambas mujer, no me hagas pensar en eso.
Ya llevábamos dos horas en
el carro verde de la universidad y no
sabíamos cuándo acabaría el viaje. Era algo nuevo ya que nunca salimos al
campo.
Al cabo de unos minutos el
carro verde detuvo su marcha.
¿Llegamos?, ¡sííííí!¡, llegamos!
–Por favor bajen con cuidado.
Repetía
una y otra vez la asistente de nuestra profesora de Educación Física
-Hoy día se llevará a cabo una presentación de danza organizada por los
estudiantes de la UNAP.
-Y por qué tan lejos, por qué no se presentaron en la cuidad.
Katia estaba molesta, muchos estaban cansados
por el viaje y no veían el caso de ir tan lejos por una presentación.
-Ojalá
pues sea bonita
Repetían
todos, el sol a pesar de no haber salido, la luz reflejaba en el suelo causando
ceguera por el exceso de resplandor y el ambiente ardía quemando con rapidez la
piel, el “sol de lluvia” así es como lo decimos, no se ve pero rostiza y
seguido de esto siempre, siempre llueve.
La actividad de Educación Física
fue un poco compleja, nuestra maestra anunció que tomará en cuenta los
siguientes criterios: creatividad, equilibrio, expresión corporal y actitud
frente al área.
La delegada del curso se acercó
a la maestra y le preguntó:
-Profesorcita, ¿qué vamos a hacer, nadie entiende nada?
La profesora con tono burlón
respondió.
–Fácil
hija, lo único que tienen que hacer es contar una historia con su cuerpo.
-¿Y cómo es eso?-preocupada aún más la delegada
-Ahorita lo van a ver-respondió la maestra, dio la media vuelta y se
dirigió hacia los jóvenes universitarios.
Ya se veía a lo lejos las nubes
cargadas, el cielo se fue oscureciendo trayendo consigo a la tempestad.
-Whao allí viene, la lluvia y su abuela, trayendo a toda la orquesta con
bombos y platillos- Apunte hacia arriba y mis compañeras siguieron la
dirección de mi dedo, nadie se mostraba sorprendido más bien preocupados.
En esta ocasión fui yo quien
me acerqué a la profesora.
-Maestra… ¿qué están esperando?, ya va a venir la lluvia y nos puede caer
un rayo.
Ella
solo atinó a decir:
-Pronto
comenzará el espectáculo.
Y así fue, la lluvia empezó
a caer como cascada, había una pequeña tribuna en la parte alta, allí nos
sentamos para apreciar “la danza”; a la orilla del río se encontraban tres
superficies de madera en forma de cuadrados conectados entre sí por puentes
sumergidos por diez centímetros bajo el agua, en el primer cuadrado se
encontraba una chica semidesnuda que llevaba puesto un sostén color negro y una
pequeña falda ceñida al cuerpo, expresaba felicidad y jugaba con sus brazos
dibujando formas en el aire, se la veía revoloteando como una bella mariposa que presume sus encantos.
La joven danzaba con la
gracia de un ángel transmitiendo alegría con ritmo suave y acompasado. La
atmosfera fue cambiando a medida que se acercaba a la segunda superficie de
madera, se creó la ilusión de haber sido atravesada por algo e hizo que cayera
al agua de manera repentina, todos sabían que era parte del espectáculo por lo
que nadie se movió de su lugar, ella movía las manos con desesperación para
aferrarse al angosto puente sumergido, su interpretación cambio relativamente
al sentimiento de dolor y agonía se la veía confundida, arrastrándose entre el
espacio vacío, tratando de buscar “algo” con todas sus fuerzas,
desafortunadamente no lo encontró tardó un pequeño lapso aceptar la realidad;
es cuando su dolor se convirtió en ira pura, destruyendo todo a su paso como la
tormenta imponente y poderosa, empezó a asechar al hombre quien la traicionó
tal y como lo hacen los grandes felinos con cautela y calculando paso tras paso
miden la distancia entre su presa para ser eficaz en la cacería, pero en vez de
una muerte sigilosa a él le esperaba pagar la traición con sangre de manera
dolorosa, sufriendo con cada mordisco su cuerpo aún vivo.
El felino reencarnado se
abalanzó contra el hombre apuñalándolo en la espalda de manera rápida y continua…la
lluvia cesó y en el cielo se tiñó de escarlata anunciando el fin de la
tragedia.
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